sábado, 31 de octubre de 2009

Diario I

Polifonía de contrastes. Escenas propias de fotografías tomadas con una cámara digital. Me redescubro en la soledad del lugar más transitado de ésta preparatoria. El ángulo de 90º formado en aulas III me deja observar desde lejos lo irónico del momento: Me puedo detener en los trajes que portan mis compañeros – aclaro, es el viernes previo a Halloween -: sirvientas con trajes de quinientos pesos; cavernícolas escuchando música en un iPod; ángeles sentadas en las piernas del macho alfa.  La tradición norteamericana del consumismo, calabazas y dulces sepulta a la mexicana con todo y calaveritas de azúcar, papel de china morado, las velas y las flores de cempasúchil. Monterrey claramente no es México; aquí se olvido el propósito de recordar a los muertos y a reírnos con la muerte – no “de” la muerte -.  Sin la intención, claro está, del ridículo, sino con una solemne alegría.

Un intendente que goza del salario mínimo (cuantos mexicanos no tienen esa dicha) recoge una lata de refresco en medio de la placita. Si juntáramos lo que hay en las carteras de menos de diez estudiantes tendríamos su salario del mes; con los celulares de dos estudiantes lo que ganaría en tres meses; dos laptops juntarían el dinero que gana en un semestre; y con sólo revisar el bolsillo de no menos de una tercera parte del alumnado congregado en la plaza, encontraríamos las llaves de un auto último modelo – Salario de uno o dos años del conserje que ahora deposita la basura recolectada en el contenedor -.

A nadie le importa el intendente. Nadie lo observa. Sólo es un ente sin valor. Sin razón. Sus insultos no ofenden y sus pasos no dejan huella. El se limita a observar. Él recoge una lata de refresco; él observa a una dama; él la sigue con la mirada; él ve una envoltura de frutras en el piso; él ignora la basura, mete las manos en las bolsas del pantalón – sucio, viejo, azul -, él se introduce en el edificio de aulas III.

¿Quién está más sólo? ¿Él que está conciente de su verdadera ( en el sentido generalizado del termino ) soledad; o el que, conciente de no estar sólo, se siente ( y se sabe ) sólo? ¿Qué es la compañía en todo caso? … 

martes, 27 de octubre de 2009



Pocas Palabras:

Blog, me comprometo a llevar diariamente una libreta y escribir aunque sea un párrafo y colgarlo aquí en la noche. Sí escribo algo relacionado con alguien y que él no estuviera de acuerdo, pues, ni modo, esta página, simplemente, es como un diario. 

Cierro con las primeras dos estrofas de un poema bellísimo de Sor Juana Inés de la Cruz:

Hombres necios.

"Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón, 
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?"

miércoles, 14 de octubre de 2009

De porque, cuando vi este cartel, me fue imposible no romper en llanto.


Creo que todos debemos tener, sino un idolo, al menos sí un modelo a seguir. Una persona en la cual veamos las cualidades que nosotros quisiéramos tener. Piensen en ese alguien que para ustedes significa algo importante, no tiene que ser alguien que conozcan - por ejemplo, yo no lo conozco - Piensen en que es lo que hace que sientan esa admiración por él o ella. Piensen que dones tiene. Piensen que ha hecho para ser merecedores de su admiración. 

Después de estas cuestiones, y que cada uno tenga su propia opinión, explicare la mía. Mi modelo a seguir: Carlos Fuentes.  

Mi primer encuentro con este hombre fue por un libro de 64 páginas con una cubierta color negro y un árbol morado en la portada, su nombre: Aura. Aura, este libro tan pequeño y a la vez tan maravilloso, me se de memoria las primeras dos páginas. Con Aura emprendí un viaje sin retorno en este maravilloso mundo que es su narrativa. Simplemente hermoso. Creo haberlo leído al menos unas seis veces. Mi libro favorito por cierto. Con cada lectura encuentro algo nuevo, simplemente maravilloso para su extensión. De ahí seguí con las antologías Cuentos naturales  y Cuentos Sobrenaturales. 

En noviembre de 2008 viaje a la ciudad de Guadalajara a la Feria del libro. 2008 fue el año de festejos por el 80 aniversario de Fuentes. Viaje 14 horas en un autobus, con mi padre que no iba del todo a gusto. Sus conferencias fueron simplemente maravillosas. Que manejo del lenguaje, que presencia, que buen modo de vestir. Que solemnidad proyecta. Yo, junto con las no menos de 500 personas que nos dimos cita ese día quedamos impactados por la grandeza de ese hombre. Valió la pena realmente.

De ahí me devore literalmente La voluntad y la fortuna. Después, Las buenas conciencias. Pero cuando entendí que a partir de ahí seria mi escritor favorito, fue cuando leí La muerte de Artemio Cruz. No volví a ver a la literatura del mismo modo. Deje la literatura fantástica, deje los trhillers y los best-sellers. Quede maravillado. El siguiente libro: La región más transparente. La novela total de la Ciudad de México, algo que solo Fuentes pudo concebir. Una polifonía de pequeños seres que dan vida al protagonista de esta historia: vieja Ciudad de México, actual, Distrito Federal. Algo más de lo que le agradezco a Fuentes es que con esta novela, hizo que entendiera y amara a mi Ciudad de México, de la cual, casi toda mi vida he estado separado. 

El tiempo paso y la FIL de Monterrey se venia. Yo por fuentes cercanas ya sabía lo que pasaría: Carlos Fuentes estaría presente. Cuando se hizo oficial, a pesar que ya lo sabía, no pude evitar una emoción no sentida en mucho tiempo. Vería a mi héroe. No dejaba en paz ni a mis amigos ni a mi familia. Al menos tres veces al día ( si no es que más ) mencionaba el asunto. El más fastidiado era mi hermano. 

10 de Octubre de 2009. Inicio de la Feria del Libro. Día previo a la conferencia de Carlos Fuentes. Repase Aura y La región más transparente. Durante una hora pensé que le diría en caso de tenerlo cerca: Que es el escritor que más admiro, que gracias a sus libros entendí que amaba la literatura de mi país, que gracias a él quiero ser escritor, que gracias por mostrarme lo bello de su narrativa, que gracias por poner tan en alto el nombre de México, que gracias en nombre de toda una generación de lectores. Que lo admiro por lo que ha sufrido, que no entiendo lo que es haber perdido a mis hijos, pero que sí siento su fuerza, a que pese a todo, siguió adelante, y un año después, publico La voluntad y la fortuna. Y lo más importante: Que quiero ser como él. 

11 de Octubre de 2009. Feria del libro. Conferencia de la Presentación de la Capilla Alfonsina. Estará presente Carlos Fuentes. No aterrice en la realidad hasta que estuve en la Feria. Me porte hasta cierto punto grosero con mis padres. Lo lamento. Estaba bastante emocionado. Vería a mi héroe. El día que espere por más de seis meses. Once de Octubre de dos mil nueve. Estuve a las afueras de la sala: de momento, nadie rondaba los alrededores. Me senté a leer de nuevo La región más transparente. Haría hasta lo imposible por que me firmara ese libro. Las bocinas del evento anunciaban la mesa redonda "Mi libro favorito de José Emilio Pacheco". No tenia intenciones de ir hasta lo ultimo que salió de los altavoces: "... con la presencia de José Emilio Pacheco". 

Inmediatamente y pesé a mi miedo, entre a la conferencia. De esta hablare en otra ocasión, merece su historia aparte. Al finalizar, me acerque a pedirle una foto a José Emilio, para lo cual una mujer que trabaja en la organización de la feria - su nombre: Larisa, a la cual, le agradezco todo lo que hizo por mí - se ofreció a tomar la foto. Ella, también fiel seguidora de José Emilio. Ofrecí tomarle una foto con él debido a que ella no tenia cámara. Después de esto, me dijo que en lo que ella pudiera ayudarme, me ayudaría. En broma, le dije que si me conseguía una entrevista con Carlos Fuentes ...

Su semblante cambio, me miro a los ojos y tomandome de la mano me dijo: "mira, no le digas a nadie, pero Carlos Fuentes no va a venir, esta muy enfermo." Ella debió notar mi cambio de semblante. "¿Que te pasa?". Cuando trate de decir nada, no aguante: empece a llorar. Le explique todo lo que admiraba a Fuentes, y cuanto había esperado poder verlo y decirle cuanto lo admiraba. Me dijo que si me podía dar un abrazo. Le dije que sí. Estaba destrozado. Trato de animarme. Me dijo que me felicitaba y que gracias que existen jóvenes como yo. Estaba agradecido, sin embargo, no podía dejar de pensar que Fuentes no estaría. 

Salí de la conferencia y me dirigí a donde sería la conferencia con Fuentes. Vi el anuncio y cada palabra fue un duro golpe para mí: Por causas de salud, Carlos Fuentes y Carlos Monsiváis no estarán en el evento. Gracias por su comprensión. Me tire al piso. No pude evitar dejar caer más lagrimas. Esperé tanto ese día, para que al final, no pudiera ver a Fuentes. Camine en círculos por la feria. No tenia ganas ya de nada. No entendía porque. Me era difícil entender como por tantos meses me esperance en ver a mi héroe y al final quedarme igual. Me senté de nuevo y releí el capitulo final de La región más transparente. A cada palabra que leía, quede maravillado de nuevo por esa prosa y ese modo de reflejar a la Ciudad de México por medio de Ixca Cienfuegos. A cada palabra que leía, sentía que no debía reclamarle nada a Fuentes: Él, con sus libros, me lo daba todo. 

Comprendí que Fuentes no era mi modelo a seguir porque lo podría ver. No. Fuentes es mi héroe por momentos como ese, en que olvidas todo gracias a sus libros. Tus penas, tus alegrías. Todo. Por un momento eres Felipe Montero, Artemio Cruz, Ixca Cienfuegos, Rodrigo Pola. Eres el Grigo Viejo y también Cristobal Nonato. Vives en Donceles 815. Eres hijo de la revolución y de Mercedes Zamacona. 

Y ante todo, hize algo más importante ese once de Octubre que ver a Carlos Fuentes: leí a Carlos Fuentes.


viernes, 2 de octubre de 2009

Tú y tu.


Contestaras esa llamada, levantaras el auricular hasta la altura de tu cabeza y lo reposaras sobre tu sien izquierda. Tu mano, temblorosa, sostiene con fuerza el teléfono. Recordaras que debes ir a la tienda un segundo antes de que la voz del otro lado de la bocina reaccione y se presente. Soltaras tu bolso. Dejaras tu esmalte en la repisa. Le tenemos grandes noticias. Dejas reposar tu espalda en la pared, luego, tu trasero, finalmente, las piernas. Se requiere de su presencia en no más de tres días, créame, es usted muy afortunada, ya está aquí.  Esa voz te dará una dirección y un numero telefónico que anotas sobre ese anuncio de comida rápida color blanco con letras verdes. Tú, ausente, cuelgas el teléfono un minuto después.

 

Recoges los platos, sueltas al perro, le cambias la arena al gato. Todo esto mientras la estufa apagada no calienta y los huevos en la repisa aún no salen del cascaron. Tu hijo mayor se va de la casa y el menor escupe lo que le queda de dentrífico en la boca. Tu marido sube su maletín en el asiento trasero de su automóvil modelo 1998.  Tú no descansas. Tú, ahora, fuera de tu casa y dentro del supermercado, dejas caer el brócoli y el cilantro en el carrito de metal grisáceo, mientras piensas que en tres horas debes asistir a el lugar y a la hora acordada con esa voz.

 

Distraída, dejas la bolsa con las papas y las tortillas en el carrito. Subes a tu auto, llegas a casa, introduces la llave en la cerradura de metal, apagas la alarma, dejas la comida en el refrigerador, en la alacena y en los cajones. Regresas a tu auto y vas hacia la calle X, en la colonia Z.  Calle X, dentro de la colonia Z, a las M horas, no lo olvides mujer.  Vez a un perro negro y también un puesto de zapatos. El ruido de los camiones, los vendedores y los niños en las calles no te deja escuchar la estación sintonizada por tu radio donde anuncian una crema reductora de tallas.

 

Cuarto para las M y tú aún no llegas. Con la mirada fija en la avenida decides no contestar tu celular que lleva cuatro minutos sonando. Finalmente localizas la colonia Z – la cual no crees que sea tan diferente a la L y a la N,  las cuales acabas de atravesar -. Decides dejar tu automóvil estacionado en la calle más transitada que encuentras y dedicas esos minutos a encontrar la nomenclatura que indique el numero del lugar donde te citaron.

 

Tú levantaras la mirada para ver el edificio, tú bajaras la mirada para ver tu reloj. Dejaras tu mirada al frente al entrar por esa puerta de vidrio sucio por el tacto de las manos con tierra, comida y sudor. Tú caminas por ese pasillo lleno de pinturas llenas de polvo y de días. Tú tropezaras con esa maceta desproporcionada y negra que se encuentra en la esquina donde das vuelta. Tú levantaras tus manos y con tus dedos largos y limpios te harás una cola de caballo.

 

Tú saliste del edificio, subiste a tu auto, atravesaste más de S metros. Tú llegaste a tu casa. Tú ves la televisión después de limpiar el cuarto de tu hijo que ahora esta durmiendo. Y tú le indicas a tu esposo, que ya fuiste por la caja con viagra, que mandaste pedir hace un mes. 

Tú. Tu


Recorro tu rostro moreno

Con lo que queda de mis parpados marchitos

Puedo ver la luna en tu nariz

Y el sol en tu peca.

 

Sueño con tus dedos

– Esmaltes multicolores resaltan

Con el tono rozado de tu mano–.

 

Vuelo en tus ojos y en tu boca

Nado en tu frente y en tu mejilla

Vivo en tus labios hermosos.

 

Revivo en tu vientre y en tu cabello

Tan morado y tan azul; tan café y tan negro

Revivo en tu pecho y en tu cuello.

 

Te veo nadar en mis ojos y destruirlos

Te veo en mi oreja y en tu cigarro;

Te recorro en soledad cuando estoy contigo

Y tú estas tan ausente …

Te materializo en mi libreta con mis versos …

cuando te olvido pensando en ti …

Mientras recorro tu cuerpo.