lunes, 23 de agosto de 2010

A veces.

(1)[1]
Verte ya no alcanza
si una palabra no escapa de tus labios,
y si la luz que palpita sobre tu rostro
calla cada vez que das un beso. Hoy la luna[]
(1)[2]Siente el peso
de no saberse sol ni saberse estrella,
punto de reflexión en que no
puedo descifrar tu llanto ni tus glaciares
hechos lentes;

(2)[3]
nada en vasos de luciérnagas
y duerme en medio de tus brazos;
Callar tu nombre 
es la profecía que dictaminó el destino:
(2)[4]
[tu cabello]
no es más que el
silencio de tus pasos y de los lunes
llenos de alcohol
y de una cicatriz de papel en mi cintura.
 
(3)[5]
Asumo 
el hueco que dejas
mientras paso a tu lado,
y desviar nuestras miradas
mientras sea el protocolo
que nos concedemos.



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