viernes, 16 de abril de 2010

El transfondo de una nominación.



No se puede negar: no soy el más popular de mi escuela. No me interesa serlo, tampoco. Creo firmemente en mis convicciones y modos de ver el mundo; creo que son los adecuados dada la situación que todos vivimos.

Me nominaron como el más peleonero de mi generación. Un dato, sinceramente, irrelevante, tanto para mí como para los demás: nadie en un año se acordara de algo así, quizás ni yo.

Sin embargo, mi conclusión fue que llegue a tal nominación por mis actitudes en las clases de sociales. No es que no lo sepa: soy desesperante. Jamás guardo silencio ante lo que considero inmoral o incorrecto, siempre tratando de imponer mi opinión. Sé que no está bien, he tratado de controlarme con pocos resultados: me gana la pasión por expresarme y tratar de cambiar el mundo, aunque sea empezando con mis compañeros de clase.

Podré parecer sobierbio, presumido, petulante y de sangre pesada; pero no es así, en realidad, son mis ganas por tratar de enseñar las injusticias que se cometen a diario en mi país lo que me hace gritar mis juicios.

Tampoco puedo engañarme: sé que más que mis compañeros; no por más listo, no, sólo por que desde niño me gustó leer el periodico. Aún así, soy conciente de alog: No puedes pedir un cambio sin antes estár informado sobre lo que estás quejando; no puedes apoyar o reprobar a un político sin conocer el contexto.

Las últimas discuciones sobre el tan comentado caso Paullete en verdad me molestan: no puede ser que prefieran seguir hablando si fue el papá la mamá si el amante si las sirvientas si se cayó si se asfixió si tal tal tal o cual. Es lo que buscan los medios de información fácticos: que la gente hable de cosas irrelevantes y no de los problemas que aquejan a México como nación.

Que no se confunda con lo que me han dicho, que no me importa la muerte de una niña. Error más grande, me impacto, pero no menos que los últimos cuatro niños asesinados en Monterrey y en Guerrero a causa del ejercito. Claro, nadie hablará de eso, y se molestarán en cada momento que se les recuerde que esos niños no les importan; que sólo buscan el morbo y el tema de moda. Así está el país

Soy como soy y no podre cambiarlo. Si ser loco es creer que soy el único cuerdo en el mundo, que así sea. Mientras tango gritaré todo lo que sea necesario no para que se escuche no mi voz, sino la de cientos de mexicanos que viven en marginación, pobreza y sin educación.

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