viernes, 11 de diciembre de 2009
martes, 1 de diciembre de 2009
Recuentos
lunes, 30 de noviembre de 2009
Ellos y yo - Xavier Villlaurrutia
lunes, 16 de noviembre de 2009
viernes, 13 de noviembre de 2009
I,II,III,IV
I
El
Sonido
de la música
opaca tu voz
que
escucho
cuando
llora
el mar …
II
El
llanto
en mi rostro
rompe la monotonía
de amarte en
ésta tarde
gris.
III
La
última gota
de tequila en mi lengua
me recuerda que la póstuma y
cruda mañana tiene fecha de caducidad
cuando recuerde que bebí para olvidarte
IV
Mientras
crucé la calle de Donceles
el mar de
personas me hizo recordar
esas tardes
que no estuvimos; esas canciones
nunca cantadas;
esos versos jamás recitados;
esos regalos
jamas envueltos, jamas entregados;
esas caricias
que nunca nos rozaron
y esos besos
que nunca nos dimos daremos ...
mientras casi caigo del metro regreso a casa.
jueves, 12 de noviembre de 2009
Travesía por los cielos
El avión cruza cielos, nubes, alientos;
la brisa corta la respiración, las ansias, los mares.
Tú presencia roza almas, penas, amaneceres;
el arpón de tu mirada incrustado en mi ser.
Navego en un mar de pasajeros
de cervezas
de historias
de cigarros apagados y de ronquidos
Disparo miradas
(bocinas que hablan en inglés)
los pasajeros se conocen sin mirarse,
sin hablarse, sin saberse.
La Ciudad de México me espera
/dócil, peligrosa, seductora/;
Escapo del calor de la ciudad
y de tu mirada empañada por dos cristales.
Tengo el asiento 12B por casa,
un libro de Efraín Huerta por Biblia.
Y en la memoria, tu aliento
que no deja de asfixiarme
cuando vuelo rumbo al Distrito Federal.
sábado, 7 de noviembre de 2009
Y este wey sigue creyendose (pseudo)poeta ...
sábado, 31 de octubre de 2009
Diario I
Polifonía de contrastes. Escenas propias de fotografías tomadas con una cámara digital. Me redescubro en la soledad del lugar más transitado de ésta preparatoria. El ángulo de 90º formado en aulas III me deja observar desde lejos lo irónico del momento: Me puedo detener en los trajes que portan mis compañeros – aclaro, es el viernes previo a Halloween -: sirvientas con trajes de quinientos pesos; cavernícolas escuchando música en un iPod; ángeles sentadas en las piernas del macho alfa. La tradición norteamericana del consumismo, calabazas y dulces sepulta a la mexicana con todo y calaveritas de azúcar, papel de china morado, las velas y las flores de cempasúchil. Monterrey claramente no es México; aquí se olvido el propósito de recordar a los muertos y a reírnos con la muerte – no “de” la muerte -. Sin la intención, claro está, del ridículo, sino con una solemne alegría.
Un intendente que goza del salario mínimo (cuantos mexicanos no tienen esa dicha) recoge una lata de refresco en medio de la placita. Si juntáramos lo que hay en las carteras de menos de diez estudiantes tendríamos su salario del mes; con los celulares de dos estudiantes lo que ganaría en tres meses; dos laptops juntarían el dinero que gana en un semestre; y con sólo revisar el bolsillo de no menos de una tercera parte del alumnado congregado en la plaza, encontraríamos las llaves de un auto último modelo – Salario de uno o dos años del conserje que ahora deposita la basura recolectada en el contenedor -.
A nadie le importa el intendente. Nadie lo observa. Sólo es un ente sin valor. Sin razón. Sus insultos no ofenden y sus pasos no dejan huella. El se limita a observar. Él recoge una lata de refresco; él observa a una dama; él la sigue con la mirada; él ve una envoltura de frutras en el piso; él ignora la basura, mete las manos en las bolsas del pantalón – sucio, viejo, azul -, él se introduce en el edificio de aulas III.
¿Quién está más sólo? ¿Él que está conciente de su verdadera ( en el sentido generalizado del termino ) soledad; o el que, conciente de no estar sólo, se siente ( y se sabe ) sólo? ¿Qué es la compañía en todo caso? …
martes, 27 de octubre de 2009
miércoles, 14 de octubre de 2009
De porque, cuando vi este cartel, me fue imposible no romper en llanto.
viernes, 2 de octubre de 2009
Tú y tu.
Contestaras esa llamada, levantaras el auricular hasta la altura de tu cabeza y lo reposaras sobre tu sien izquierda. Tu mano, temblorosa, sostiene con fuerza el teléfono. Recordaras que debes ir a la tienda un segundo antes de que la voz del otro lado de la bocina reaccione y se presente. Soltaras tu bolso. Dejaras tu esmalte en la repisa. Le tenemos grandes noticias. Dejas reposar tu espalda en la pared, luego, tu trasero, finalmente, las piernas. Se requiere de su presencia en no más de tres días, créame, es usted muy afortunada, ya está aquí. Esa voz te dará una dirección y un numero telefónico que anotas sobre ese anuncio de comida rápida color blanco con letras verdes. Tú, ausente, cuelgas el teléfono un minuto después.
Recoges los platos, sueltas al perro, le cambias la arena al gato. Todo esto mientras la estufa apagada no calienta y los huevos en la repisa aún no salen del cascaron. Tu hijo mayor se va de la casa y el menor escupe lo que le queda de dentrífico en la boca. Tu marido sube su maletín en el asiento trasero de su automóvil modelo 1998. Tú no descansas. Tú, ahora, fuera de tu casa y dentro del supermercado, dejas caer el brócoli y el cilantro en el carrito de metal grisáceo, mientras piensas que en tres horas debes asistir a el lugar y a la hora acordada con esa voz.
Distraída, dejas la bolsa con las papas y las tortillas en el carrito. Subes a tu auto, llegas a casa, introduces la llave en la cerradura de metal, apagas la alarma, dejas la comida en el refrigerador, en la alacena y en los cajones. Regresas a tu auto y vas hacia la calle X, en la colonia Z. Calle X, dentro de la colonia Z, a las M horas, no lo olvides mujer. Vez a un perro negro y también un puesto de zapatos. El ruido de los camiones, los vendedores y los niños en las calles no te deja escuchar la estación sintonizada por tu radio donde anuncian una crema reductora de tallas.
Cuarto para las M y tú aún no llegas. Con la mirada fija en la avenida decides no contestar tu celular que lleva cuatro minutos sonando. Finalmente localizas la colonia Z – la cual no crees que sea tan diferente a la L y a la N, las cuales acabas de atravesar -. Decides dejar tu automóvil estacionado en la calle más transitada que encuentras y dedicas esos minutos a encontrar la nomenclatura que indique el numero del lugar donde te citaron.
Tú levantaras la mirada para ver el edificio, tú bajaras la mirada para ver tu reloj. Dejaras tu mirada al frente al entrar por esa puerta de vidrio sucio por el tacto de las manos con tierra, comida y sudor. Tú caminas por ese pasillo lleno de pinturas llenas de polvo y de días. Tú tropezaras con esa maceta desproporcionada y negra que se encuentra en la esquina donde das vuelta. Tú levantaras tus manos y con tus dedos largos y limpios te harás una cola de caballo.
Tú saliste del edificio, subiste a tu auto, atravesaste más de S metros. Tú llegaste a tu casa. Tú ves la televisión después de limpiar el cuarto de tu hijo que ahora esta durmiendo. Y tú le indicas a tu esposo, que ya fuiste por la caja con viagra, que mandaste pedir hace un mes.
Tú. Tu
Recorro tu rostro moreno
Con lo que queda de mis parpados marchitos
Puedo ver la luna en tu nariz
Y el sol en tu peca.
Sueño con tus dedos
– Esmaltes multicolores resaltan
Con el tono rozado de tu mano–.
Vuelo en tus ojos y en tu boca
Nado en tu frente y en tu mejilla
Vivo en tus labios hermosos.
Revivo en tu vientre y en tu cabello
Tan morado y tan azul; tan café y tan negro
Revivo en tu pecho y en tu cuello.
Te veo en mi oreja y en tu cigarro;
Te recorro en soledad cuando estoy contigo
Y tú estas tan ausente …
Te materializo en mi libreta con mis versos …
cuando te olvido pensando en ti …
Mientras recorro tu cuerpo.
sábado, 26 de septiembre de 2009
"Ella despertó un día de mar en que la lluvia no tomaba la forma usual de lo que la mayoría entiende por lluvia era verde ese mar tan antes azul pero que ahora logra comprender que la perpetuidad de su verde lo es tanto como el aleteo de una mariposa en un campo de rosas en una tarde de abril o quizás de mayo lo bueno es que en aquella tarde en la cual ahora estoy relatando Ella viajo en metro ese metro tan lento pero a la vez tan vacío porque cuando está más vacío los pensamientos propios gozan de atemporalidad"